por Rodrigo Aguilera Hunt *
Para pensar el antagonismo político planteado en miras a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Chile, consideraremos el lugar central de la imaginación. La lucha por los sueños populares será crucial. Es posible sostener que en la primera vuelta el candidato del partido Republicano José Antonio Kast logró colonizar la imaginación de todo su sector y de grandes masas populares. Kast habría operado en lo inconsciente como un síntoma social: un retorno de una verdad supuestamente superada históricamente, como un cumplimiento de deseo y una fantasía hipnótica que movilizó a amplios sectores de la sociedad chilena. Baste citar su consigna: “atrévete”, es decir, un llamado de goce pulsional. Por contraparte, el candidato Gabriel Boric de Convergencia social, perteneciente a un sector de la izquierda chilena, habría estado restringido a un discurso universitario, apelando a reflexiones críticas, a vanguardias culturales políticamente correctas y al amparo de la clase media-alta burguesa progresista. En pocas palabras, su discurso caló muy poco en amplios sectores de la población: barrios populares, territorios no urbanos, mundo campesino, regiones de norte y sur del país. En consecuencia, en la segunda vuelta el desafío de Boric y la izquierda será apuntar a una re-inventiva de la imaginación popular, de la ensoñación deseante positiva respecto de su proyecto político. De no ser así, se estima que la elección ya estará perdida.
Suponer que el comportamiento social sigue las leyes de la lógica formal es tan absurdo como pensar que un individuo actúa siempre conforme al sumo bien. ¿Hay otra dimensión? Desde el pensamiento psicoanalítico diríamos que sí. “El pensamiento onírico”: sueños, fantasías y pesadillas, son un elemento a no desestimar en el análisis político. Aquello que Freud nominó “lo inconsciente” juega un rol clave en el comportamiento de masas.
Conceptualizar lo inconsciente es un arduo trabajo, no obstante para fines de este argumento, tengamos presente que subvierte la idea propia del liberalismo de la existencia de un “sujeto racional individual que toma decisiones conscientes en base a sus intereses y convicciones inmediatas y trasparentes para sí”. La conjetura de lo inconsciente implica introducir mediaciones que construyen dichos intereses y convicciones que aparecen como espontáneos y estrictamente personales. Los sujetos políticos son constituidos en baños de discursos, prácticas sociales, redes simbólicas, dispositivos de poder e ideologías que precisamente median su comportamiento.
¿Qué valor tiene esta teoría para efectos de las elecciones presidenciales en Chile hoy?
La idea que sostengo es que Kast colonizó la imaginación (pensamiento onírico) de todo su sector y de grandes masas populares también. Kast operaría en lo inconsciente como un síntoma social: un retorno de una verdad supuestamente superada históricamente, como un cumplimiento de deseo y una fantasía hipnótica que moviliza a amplios sectores de la sociedad chilena. Baste citar su consigna: “atrévete”, es decir, un llamado seductor, una interpelación de valentía al goce pulsional.
Por contraparte, Boric está asentado en un discurso universitario, apelando a reflexiones críticas, a vanguardias culturales políticamente correctas (feminismo, ecologismo, veganismo, etc.), amparado en la clase media-alta “burguesa progre” y con Plaza Ñuñoa y la FECH como su geo-localización. En pocas palabras, ha calado muy poco en amplios sectores de la población: sectores populares, territorios no urbanos, mundo campesino, regiones de norte y sur del país.
En consecuencia, si Boric no apunta a una re-inventiva de la imaginación popular, de la ensoñación deseante positiva respecto de su proyecto político, la elección ya está perdida.
Para muchas personas el domingo en la tarde noche advino como una pesadilla: ¿Qué está pasando? ¿Esto es real? ¿Cuándo pasó esto?
Quizá el error político es creer que hay algo así como un pueblo, en tanto que sustantivo. Como si el 78% del Apruebo constituyente o la masividad de la revuelta popular fuese un dato inmóvil o una agencia racional que opera a lo largo del tiempo cual circulante directo hacia la gramática electoral.
Claramente esto no es así. El pueblo es menos sustantivo y más flujo, devenir, verbo, acontecer… su materialidad es menos matemática que onírica. La revuelta fue el flujo de la imaginación popular, pero Boric no captura su devenir imaginal, aunque apele a aquello.
¿Cuáles son las fantasías que articulan a un colectivo en torno a ensoñaciones contingentes?
El significante Kast (en tanto nudo de imaginación) movilizó y administró elementos primarios: deseos y angustias. La identidad política de un Chile patriótico que desea calma, seguridad, estabilidad y prosperidad. Administra los anhelos identitarios y aspiracionales-exitistas, tanto como los temores e incertidumbres. Nótese que Kast en su discurso post-primera vuelta terminó diciendo “todo va a estar bien” en un tono casi navideño. Estos discursos que parecen estúpidos (desde la crítica de izquierda ilustrada), apuntan a lugares precisos de la ilusión ideológica: “el confort de creer que la (mi) economía estará segura”, “mis tradiciones serán resguardadas” y “habrá alguien para defendernos de las amenazas”. No se trata de imbecilidad, sino de aquello que se moviliza en la fantasía que portan dichos discursos. Entiéndase que fantasía, en psicoanálisis y su aplicación socio-política, no es una categoría opuesta a verdad o realidad, sino una dimensión que no se restringe al par verdad-mentira. Paradójicamente, el campo de la ilusión estructura la realidad social. Es cuestión de ver el funcionamiento de la bolsa de valores para tener un ejemplo directo de aquello.
Kast, en su dimensión de fantasía social, lleva el ritmo de la imaginación y su cualidad. Ello lo sitúa hasta ahora como el candidato con la primera mayoría eleccionaria.
Su apuesta fue primero afirmar una derecha sin tapujos ni complejos (una verdadera y auténtica derecha a diferencia de la derecha liberal blanda arrasada por la revuelta popular –léase, Piñera). Una derecha capaz de decir públicamente sus enunciados de forma directa, aquellos que circulaban hasta entonces sólo por la sobremesa privada de muchas familias. Atrévete es la consigna. Atrévete a decir lo políticamente incorrecto pero que realmente piensas: “el éxito personal implica que lo comunitario y el Estado no se entrometa”, “el Mapuche es alcohólico y terrorista”, “las feministas y el mundo Queer es gente perversa con una ideología que ataca la familia y los valores cristianos de Chile”, “los roles tradicionales de hombre y mujer son naturalmente asignados”, “los pobres son flojos, o sea su condición es por su falta de esfuerzo”, “los migrantes de Sudamérica y Latinoamérica vienen a robar, traficar, prostituir y quitarle los trabajos a los chilenos”, “la familia y la autoridad tradicional paterna debe ser recuperada”, “los manifestantes de la revuelta son delincuentes y representan un tumor social a extirpar”, “la prosperidad económica implica no detenerse en estupideces como el cambio climático”, etc.
¿Cuáles son los elementos comunes de esta imaginación?
Chile es la copia feliz del Edén pero está pervertido y bajo amenaza por ciertos grupos: mujeres feministas, grupos LGTB+, marxistas, comunistas, anarquistas, delincuentes, mapuches, narcotraficantes, inmigrantes, ecologistas fanáticos, ateos nihilistas, jóvenes extraviados, etc. Como toda imaginación fascista, supone un paraíso perdido (una identidad nacional sin fisura) que ha de ser recuperada si se extermina o asila aquello que la amenaza en su armonía. Hay un “nosotros” (buenos ciudadanos, honestos, esforzados, chilenos, deseantes de paz y progreso, etc.) y un ellos maligno (que viene a robar el goce de nuestra tradición y sumo bien nacional). Es decir, los subsidiarios de “los alienígenas” que mencionó Cecilia Morel (primera dama) a pocos días del estallido social octubrista.
Permítanme un excursus teórico fundamental para pensar esta contingencia del Kast(ismo).
Wilhelm Reich, en “Psicología de las masas del fascismo” (1933) sostiene:
“Ahora esgrimís otros argumentos que justifican la tendencia de las masas hacia la derecha más bien que hacia la izquierda durante la gran crisis económica. ¡Todas vuestras explicaciones son incapaces de eliminar las derrotas! Vuestro error fundamental reside en negar el alma y el espíritu, en burlaros de ellos, sin comprender que son los que lo animan todo." Es éste un tipo de argumentación al cual no sabían qué responder los oradores marxistas. Cada vez era más evidente que su propaganda política de masas, que se limitaba a la discusión de los procesos socioeconómicos objetivos (modo de producción capitalista, anarquía económica, etc.) no alcanzaba más que a la pequeña minoría de gente ya ganada para la causa de la izquierda.
No era suficiente con denunciar la miseria material, el hambre, porque esto era lo que hacían todos los partidos políticos, incluso la Iglesia. De este modo, en los momentos en que la miseria y la crisis eran más agudas, se asistía a la victoria de la mística nacionalsocialista sobre la doctrina económica del socialismo. ¿Acaso la tormenta que anuda neoliberalismo, estallido social y pandemia no representa las condiciones de posibilidad para dicha contradicción: léase, radicalizar la revuelta emancipatoria y los procesos de socialización de la economía, o bien agudizar la lógica del capital bajo medios autoritarios?
En consecuencia, el grave error político de izquierda es no anticipar que la estructura caracterológica de las masas y los efectos sociales del misticismo movilizan de un modo cuantioso a la sociedad. Kast es una derecha desinhibida que enuncia aquello que acopla con la fantasía de restitución del orden y la prosperidad que estarían siendo profanados y amenazados.
Las amenazas que representan mapuches, gays, feministas, ecologistas, migrantes, marxistas… para la fantasía identitaria nacionalista como copia feliz del edén es gigante.
La izquierda ilustrada se burla de los discursos simplones y afectivizados de las derechas (discursos religiosos de culpa y salvación, discursos nacionalistas de pureza y grandeza, discursos homofóbicos de superioridad moral, discursos de enemigos internos cual delirio persecutorio, discursos de progreso en base al esfuerzo personal cual fantasía aspiracional, etc.). Pero al burlarse no está entendiendo nada. Trump, Bolsonaro, Milei y tantos otros, generaban burlas y han sido electos democráticamente.
Ahora bien, cabe precisar que el problema que plantea Reich es: “No, las masas no somos engañadas por los medios masivos de comunicación o manipuladas por las castas políticas, las multitudes también podemos desear el capitalismo incluso bajo su forma fascistoide”. Es decir, el pueblo no es ni bueno ni malo, es un flujo que produce imaginación y se acopla a discursos hegemónicos. De dicho acople dependerá la popularidad de determinado movimiento o personaje político. Eso es lo que necesita ser comprendido y combatido en una política cultural de izquierdas que exceda largamente la propaganda, la educación, o la argumentación racional de la explotación para subvertir dinámicas que exceden lo racional.
Para Reich, lo que falta en el análisis marxista eran las condiciones subjetivas, las fuerzas que anidan en la personalidad de cada individuo y que pueden incluso ser más poderosas que las condiciones objetivas de su entorno. Reich se refería a la estructura psíquica, que tiene su expresión política en la psicología de las masas. De modo que la conciencia colectiva no avanza a la misma velocidad que los acontecimientos, por ejemplo, una crisis económica: “La situación económica no se traslada inmediata y directamente a la conciencia política”. Existen una serie de controles que impiden esperar una reacción inmediata y explosiva por parte de las clases explotadas contra su situación y el principal control es el ejercido sobre las ideas y las emociones. En este sentido, Reich citó a Marx para explicar que “las ideas de la clase dominante son también las ideas dominantes de cada época”.
Entonces, ¿Cómo hace Kast para convocar a tantas personas?
Hay escenarios clave. Un muy difícil momento (estallido social, inestabilidad institucional, pandemia, crisis migratoria, conflicto chileno-Mapuche, ausencia de referentes éticos, incertidumbre respecto del porvenir económico, etc.). En dicho escenario Kast apela a calmar ansiedades primarias, ofrece la ilusión de certeza, seguridad, estabilidad, en un momento en que la gente está muy angustiada.
La coyuntura de la ola migratoria en el norte y la crisis con el pueblo Mapuche en el sur favorecen a Kast, en tanto que ha logrado capitalizar políticamente dichas contingencias a su favor. Sumado a los lugares tradicionalmente pinochetistas o al menos de derecha económica (Santiago oriente, zona campesina de centro sur, zonas rurales de las extremaduras, entre otras).
Un ejemplo ilustrativo de este aspecto acontecimental del pueblo: “un sujeto que estuvo en la revuelta popular hace 2 años, hoy está lanzando a la basura coches de bebé de inmigrantes en Iquique”. La psicología de masas aquí es clave. La derecha está operando con intensidad en dicho campo imaginativo.
Claramente los discursos de unidad patriótica, retorno a la tradición, unidad familiar, valores tradicionales, orden, mano dura contra el caos, machismo, crecimiento económico, estabilidad institucional, Chile para los chilenos, entre otros, tiene caja de resonancia. Se suma a ello un clásico fenómeno fascista: se monta sobre las contradicciones y fisuras que los propios movimientos populares abren, y capitaliza aquello. Su alimento es el afecto: odio, miedo, goce, esperanza, etc. por ello moviliza pasiones y exacerba fantasías identitarias nacionales.
Se trata de mitologías con eficacia política: “El Chileno va al rodeo, come carne, es hombrecito para sus cosas, es ganador (winner) y pillo, la mujer es servicial y bien educada, se emociona con los símbolos patrios y valora su propiedad privada conquistada en base a su esfuerzo, etc.”
En ello tiene que haber un núcleo de fanáticos con tatuajes de esvásticas, religiosos férreos, o nostálgicos de Pinochet, etc. pero también hay gente común y corriente. De hecho, son la mayoría. Muchos de ellos sienten que el epíteto de fascista es injusto e inadecuado, ya que ellos mismos son buenas personas que simplemente anhelan prosperar en tranquilidad. En ello tienen completa razón. No obstante, cabe recordar aquí la tesis de Hanna Arendt respecto de la “banalidad del mal”: no hace falta ser perverso, maligno, o adherir a ideas fascistas, etc. para hacer vista gorda de ciertos enunciados y prácticas que sí lo son. Por ello siguiendo al filósofo Slavoj Zizek, cabe recordar que “la ideología no es el conjunto de las ideas conscientes de las personas, sino su praxis social”.
Esta praxis social –como síntoma social- habla de una verdad que retorna al campo político: el neoliberalismo y el autoritarismo. He allí cuestiones ligadas al fenómeno Kast que están presente en Parisi (sujetos anti-política instituida, no identificados con izquierda o derecha, pero claramente neoliberales en tanto que buscan éxito personal siendo eficientes en sus decisiones económicas individuales como empresarios de sí). Se trata de la contracara de la revuelta popular y la imaginación comunitaria anti-neoliberal. La promesa de Kast de bajar los impuestos y acotar aún más al Estado es el formato programático de aquello que llaman “libertad”.
La otra contracara de la revuelta popular es el machismo y la exaltación de la tradición. Se erige lo más crudo de la violencia patriarcal ante la vanguardia feminista que ha conquistado derechos y protagonismo político en las últimas décadas. El machismo puede ser leído como la insistencia y retorno de una posición (de forma más radical y obscena, como todo síntoma) que se ha intentado erradicar desde la moral políticamente correcta de la batalla cultural. Este será un asunto crucial de la vida social por estos años.
Estos nudos de problemas son ejemplificaciones de antagonismos culturales que se juegan en el campo de la imaginación. Imaginación que sin duda tiene materializaciones fácticas en leyes, prácticas, instituciones, cuerpos, lenguajes, etc.
¿Qué podemos concluir por ahora en vista a la segunda vuelta presidencial?
Lo primero es estipular lo inocuo e inoperante de la crítica a la irracionalidad y las formas fascistas de Kast. Es decir, esta columna hasta acá es completamente inútil para efectos electorales. Este análisis tiene sólo un afán conjetural explicativo.
Esta crítica a las formas irracionales y/o fascistas de Kast no interpela ni toca a su votante, tampoco llama a personas que no han votado en primera vuelta a participar de la segunda. Quizá incluso aumenta la fantasmagoría mítica dada por la ley del marketing: “no importa qué se diga, lo importante es que se hable de x”, por caso, de Kast. Esto es válido para los ámbitos televisivos, presenciales, y sin duda, para las redes sociales. Cabe señalar que ese territorio es la nueva arena de lucha de posicionamiento. Tik toks, lives de Instagram, posteos, canciones que se viralizan en whatssap, fake news, etc.
En consecuencia, no se trata de simplificar la campaña apuntando al adversario político como: “fascistas”. Ello, además de ser inocuo como campaña, eclipsa matices y otras imaginaciones que están en juego: como la del deseo de tranquilidad, identidad y prosperidad de grandes segmentos de la población. Es decir, se verifica ineficiente ser anti-fascista ya que la gramática discursiva centra todo en torno a la figura de quien se pretende evitar.
Se trata más bien de despertar una “imaginación popular deseable” para la mayoría del conjunto social que se articule en una candidatura que por contingencia encarna Gabriel Boric. Una mitología antagónica que “prenda” tanto como la actual derecha. Una con la cual pueda salirse del campo burgués universitario y progresista (entiéndase que esto es un sentido figurado), y pueda irse a la feria persa, al campesinado, a pescadores, a temporeras, a obreros del norte, etc. En definitiva, a sectores que no aspiran a una vida citadina posmoderna, etc.
Capturar nuevos deseos e imaginarios que impidan que los discursos giren cada vez más en torno a la fantasía restitutiva del orden. Seguramente Kast –al ya haber captado a la derecha extrema-bajará su narrativa a captar a la derecha económica y liberal (blanda), así como a los sectores de centro. ¿Y Boric? Si este último apunta a la gramática concertacionista será el fin. Gane o pierda la elección, ya la lucha cultural se habrá perdido y los 30 años que la revuelta denunció volverán en gloria y majestad.
En definitiva, hay dos escenarios: Kast quizá sea el fin de la fantasía de que capitalismo y democracia son un matrimonio necesario. Boric quizá pueda recuperar una democracia en un sentido radical, que vehiculice cumplimientos de deseo anudados al pensamiento onírico de un pueblo. De hecho, “Chile despertó” no es salir del campo del sueño, sino poder soñar en los márgenes del poder, del neoliberalismo y del autoritarismo.
El deseo, el sitio oscuro de la política. La construcción de nuevos imaginarios antagonistas, quizá sea el antídoto contra el depresivo realismo capitalista que amenaza bajo sus nuevas formas autoritarias.
Por último, recordemos a Freud (1900) en “La interpretación de los sueños”:
“La fuerza motora que el sueño requiere debe ser proporcionada por un deseo. Esta posición puede ser explicada mediante una analogía. Un pensamiento diurno puede desempeñar muy bien el papel del empresario para un sueño; pero el empresario, quien, como dice la gente, tiene la idea y la iniciativa de llevarla a cabo no puede hacer nada sin el capital; necesita de un capitalista que pueda permitirse el desembolso. Es el capitalista quien proporciona el gasto psíquico para el sueño, y es invariable e indiscutiblemente, cualesquiera que sean los pensamientos del día anterior, un deseo inconsciente”
Paradójicamente la metáfora planteada implicaría que necesitamos un capitalista (deseo inconsciente) que subvierta el capitalismo y el fascismo.
En síntesis, requerimos de propuestas que realmente logren movilizar a las personas en sus realidades territoriales situadas y en sus basamentos culturales de origen. Para un triunfo de Boric no sólo hará falta recibir los votos que fueron con Ominami, Artes, Provoste y en parte de Parisi, sino extender ampliamente el discurso y las estrategias virtuales y territoriales. No podemos seguir oponiendo simplemente un “atrévete” por un “infórmate”, se requiere un plus imaginativo. De modo que la imaginación popular restituya su flujo hacia sueños emancipatorios, democráticos, inclusivos, equitativos y justos. Aún es posible, ya que lo imposible puede suceder…
*Rodrigo Aguilera Hunt
Psicólogo clínico PUC, Magíster en psicoterapia psicoanalítica UAI, Psicoanalista formación ICHPA; rodrigoaguilerahunt@gmail.com
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