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Sobre las afirmaciones violentas de Luciano Lutereau

Actualizado: 18 abr 2023








Las afirmaciones transodiantes de Lutereau no solo muestran violencia y teoría reaccionaria sino también pobreza teórica en el conocimiento del campo psicoanalítico, mucho más rico y menos rígido que sus versiones de Freud y Lacan con las que intenta colmar la totalidad del mismo.


*por Pablo Tajman




Tomando en cuenta las recientes afirmaciones del psicoanalista Luciano Lutereau (¿Ya está actuando el INADI, como corresponde?) quiero emplear la ocasión para afirmar que la autopercepción no es lo que él postula. Es, entre otras cosas, una de las líneas principales de la conformación de una identidad que no sea un "como sí", es parte de una identidad en devenir que enlaza con la sensación de que la vida vale la pena de ser vivida y uno de los modos en que se ejerce la reflexividad estudiada por el psicoanalista René Roussillon, mecanismo psíquico imprescindible para hacer "consciente lo inconsciente".


Inclusive la posibilidad de nombrarse psicoanalista y mantenerse creativx, depende de poder autopercibirse psicoanalista -aun cuando, a veces, como cuando se lo lee a Lutereau, preferiríamos salirnos de ahí-. En un artículo recientemente publicado, "Una jaula que abre otra jaula", reflexioné sobre la terceridad requerida para autopercibirse, lo poco que tiene que ver la autopercepción con una elección voluntaria y consciente y el trabajo que supone mantener una relación no identitaria con la propia identidad.


En esta breve nota, quiero desarrollar mínimamente lo que Roussillon afirma en su libro "Lo transicional, lo sexual y la reflexividad" de Editorial Antigua. Repasando la teorización freudiana de los autoerotismos primero y del narcisismo después, afirma que "...ya habían marcado fuertemente la existencia de procesos ‘auto’ y la necesidad de una investidura ‘auto’ de los procesos, y habían abierto ampliamente el camino...Escucharse ‘a sí mismo’, verse a sí mismo... son las dos formas centrales de reflexividad que se pueden identificar en Freud. Más tarde Ferenczi agregará la capacidad de ‘sentirse a sí mismo’...y subrayará entonces la necesidad de ‘sentir con’ el analizando."


Este autor poco difundido en nuestro medio, hace un recorrido por las contribuciones que se han hecho para generar una teoría analítica de la reflexividad, que pasa por las figuras de Bion, Winnicott, André Green y Donnet, así como también Anzieu, quien con su teoría del yo-piel y las envolturas psíquicas da base teórica más firme a los desarrollos de Ferenczi, que postula la necesidad de ‘sentir/se’, y resalta el alcance que esta necesidad cobra en ciertas situaciones traumáticas.


Roussillon concluye que "Haber sido bien sentido, visto, entendido, facilita la capacidad de reflexionar-se, tiende, [cuando ha sido] a la inversa, a obstaculizar las capacidades reflexivas o a negativizarlas: entonces, el sujeto se ‘siente mal’ en toda la polisemia del término, o se ‘ve mal’ y es mal visto, o se ‘escucha mal’ y genera los malentendidos y las desavenencias...La capacidad de representar que uno representa o que uno no representa, la capacidad de representarse el universo de la representación, depende, estrechamente también del desarrollo de las aptitudes que venimos de evocar…" (selección de citas de las páginas 18 a 23 del libro mencionado más arriba)


Aunque Lutereau tenga derecho a autopercibirse psicoanalista, preferiríamos que se autopercibiera dálmata, pues así no haría semejante daño, tanto a las personas en procesos identitarios que históricamente han sido mal vistas, como al psicoanálisis, al que Lutereau, con su accionar, reduce a su versión más reaccionaria, que entonces no puede más que mirar su ombligo, referirse a su versión conserva de sus únicos dos autores de referencia y torna rígida su identidad, quedando incapacitado de verse a sí mismo[i] y cambiar creativamente.



[i] Esto vale tanto para el psicoanálisis como para cada psicoanalista en particular. Lutereau escribe y da clases sobre Winnicott y en artículos como el que en esta nota se critica se hace visible que esa lectura no modifica en nada su posición política retrógrada. No es raro, la posición política de lxs analistas hegemónicxs siempre es escondida y de ahí que sea lo que guía sus teorizaciones. En Winnicott es central la capacidad de estar presente a unx mismx, es decir, se puede asociar sobre fallidos y sueños en análisis durante años sin dejar de tener la sensación de no existir, de “estar” sin estar, es decir, sin poder reactivar o activar por primera vez esos procesos de reflexividad que Roussillon describe y que tienen por fin sentir que nos tenemos, que podemos contener nuestros dolores, integrarlos, que la vida vale la pena de ser vivida si podemos no someternos y sobreadaptarnos a la realidad social violenta (de la cual Lutereau es un fiel adalid) tal como se nos presenta.




* Trabajador de la salud pública, psicólogo, supervisor clínico e institucional, docente.



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