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Sociedades de programación algorítmica


Crédito de la imagen: Liliana Gómez


En este trabajo, Norberto Gómez pone en relieve el mecanismo algorítmico por el cual las prácticas de comunicación dominantes producen una "uni-informización" generalizada de lo social, mental y medioambiental, que no requiere control ni vigilancia, ya que "la máquina de represión está algorítmicamente codificada y lista para accionar".




por Norberto Gómez *




Presentación 

 

En múltiples situaciones estamos afectados por los medios de comunicación escritos, audiovisuales, telemáticos, informáticos, el boca en boca y sus repeticiones redundantes, aun fake news. Prácticas de comunicación del sistema falocrático de significaciones dominantes, que tras cortinados seductores o coacción explícita imponen una despótica direccionalidad a los diversos enfoques del mundo. Una uniformización, o para mejor decir: uni-informización generalizada de lo social, mental y medioambiental, que quedan envueltos por universos de referencia que nos aíslan del contexto, anulan las posibilidades de singularidad, alteridad, finitud, enfoques disensuales, y modelan componiendo una opinión pública de pasividad pasmosa ante las más variadas coyunturas. Organización social, potencia de abolición mass-mediática para la concreción de un “paradigma de programación” capitalístico [1], que intenta pulimentar la heterogeneidad de los universos de valor induciendo acatar las fuerzas de un caos propuesto como homogéneo y trascendente, sin complejidad alguna, que ilumina veloces secuencias fílmicas de una vida apaciguada de angustias, miedos e incertidumbres, un mundo feliz [2]. “Todo sucede como si el pensamiento y la sensibilidad colectiva pudieran ser presa del vértigo frente a mutaciones de todo tipo que trabaja la condición humana, acurrucándose en una visión fija de los estados de cosas e implicando una causalidad lineal.” [1]. Esta programación no necesita control ni vigilancia, genera una aceptación impuesta, y si una ruptura o mínima permeabilización emerge -como sucede y sucederá- una máquina de represión está algorítmicamente codificada y lista para accionar [3].

 


Programación algorítmica 

 

Un algoritmo es la producción de un conjunto de instrucciones o reglas definidas y no ambiguas, ordenadas y finitas que permiten solucionar un problema, realizar un cómputo, recopilar, almacenar, procesar datos, transmitirlos y presentarlos [4], un desarrollo paso a paso para conseguir un fin. Puede ser representado de muchas maneras: por medio de un diagrama de flujo, un pseudocódigo, o un lenguaje de programación que pueda ser ejecutado por una máquina y utilizarlo en diversos campos como la ciencia, la ingeniería, la medicina, la educación y diversidades sociales. Pero lo que importa del algoritmo es el modelo que construye, extiende y reproduce sobre las máquinas in toto. Esta sociedad de programación algorítmica de nuestra contemporaneidad capitalística, se despliega en un régimen general que comanda lo individual, lo colectivo, y facilita la emergencia de sociedades microfascistas, al encontrar estas un catalizador que puede desplegarse en tanto Líder, que programa algorítmicamente una máquina mass-mediática sobre su ejercicio, para desglosar y enviar a alta velocidad, información que considera imprescindible para su propósito, y una supuesta base de beneficio de las personas a las que juzga “de bien”, es decir, que lo eligieron como máquina de catálisis -a pesar de la debacle individual y social que pueda estar produciendo- y por extensión a todos aquellos que lo acepten, construyendo un binario donde lo disensual está declarado como “el mal”, lo enemigo. Junto a esto, lanza al mismo tiempo otro vendaval mediático para hacer ver cierto arreglo, un apaño, una solución para las diferentes situaciones de catástrofe que lleva su quehacer, convocando a la pasividad, al alivio, un consuelo, cierta esperanza respecto a ese colapso, pero también una luz, una “fuerza que llega del cielo”, lo que le hará guiar a esas masas hacia otra luz, esta, al final del túnel [5]

 

Explorar esta programación de algoritmos mass-mediáticos hegemónicos, su efecto de adormidera desde la televisión, redes sociales o internet en el sentido más amplio, pseudópodos producidos, programados, controlados y distribuidos desde los imperios dominantes de la economía global capitalística, como en nuestro tiempo la CNN desde Estados Unidos, la DW (Deutsche Welle), o grupos como La Nación, Clarín en Argentina, O Globo en Brasil, etc., con todo el aditamento de troles y periodismo contratados o ideológicamente convencidos, imponen, en todos los casos, señuelos de subjetividad que ejercen una atracción identificatoria, impidiendo constituir subjetividades alternativas ante este shock capitalista [6]. Las programaciones algorítmicas de información y comunicación, desterritorializan a no menos velocidad y ligereza que el tamiz opiáceo que a la vez producen. Todo sucede como si nada pasara, o sucediera en el universo cinematográfico de Marvel o en el metaverso post-realidad de un entorno multiusuario.  


Sin la invención de nuevas salidas, agarrando el problema con una ética y política de la responsabilidad de las elecciones colectivas y un cuestionamiento de los universos de valor -sin delegar esta responsabilidad al Estado- prevalecerá una suerte de deseo colectivo de catástrofe que la velocidad en los avances y mutaciones tecnológicas harán que su extractivismo, destruya más y más lo medioambiental, social y mental para sus finalidades de producción, acumulación y una distribución para menos y menos. 

 


Subjetividades alternativas 

 

Las subjetividades mass-mediáticas así producidas son un emplazamiento a la creatividad gélida conducida desde el mangrullo fascista, de la extrema derecha, de los conservadurismos, integrismos, etc. Me pregunto si estamos dispuestos a escuchar qué nos dicen acerca de nosotros, de las sociedades de algoritmización, y de lo que éstas generan de manera homogénea y redundante: aislamiento, soledad, afectos desmoronados, depresión, angustia, locura, enfermedades polutivas y laborales, hambruna, una solidaridad endurecida, sensibilidades pauperizadas, una relación devastada con otras especies y el medioambiente, pasiones exacerbados por el odio, la xenofobia, el racismo, los movimientos demográficos; pero también, de nuestra relación con las artes plásticas, la ciencia, el cine, la música, etc. Sociedades de algor vitae que pretenden aparcar en sólidos trajes concentracionarios, desterritorializando, y bajo un furor pacificante individual y colectivo que se despliega en el “sistema mundial” algorítmico a velocidades inéditas [7]. Así, urge tomar como problema este modelo de sociedad -que prevalece aunque está en simultaneidad con las sociedades de soberanía, de control y disciplinarias-  sin dejarlas a merced del cinismo postmoderno ni construir otra “programación”, sino, como propone Guattari: “desprogramar” [8].   

 

Junto a estas subjetividad mass-mediáticas, nuevas praxis intervienen como elementos activos en situaciones, coyunturas y contextos muy diferentes, para la producción de subjetividades alternativas. Estas han emergido y lo siguen haciendo, aunque no siempre sean creadoras de bifurcaciones, como lo muestra el nazismo, el estalinismo, en Irán el khomeinismo, el mileismo en Argentina actual, etc. Si, en tanto agenciamientos colectivos de enunciación, autopoiéticos, múltiples y variopintos, que surgen como irrupciones procesuales en diferentes ámbitos de interrelación. Suburbios de reapropiación bajo un nuevo paradigma, no de programación de algoritmos para domeñar a los medios de formación de opinión dominantes, ni un retorno a tiempos pasados, sean marxistas o algún exitismo progresista, sino un paradigma estético, una polifonía de valores, una heterogénesis maquínica, flujos de subjetividad que se cruzan y trabajan los unos con los otros: devenir desprogramación, asumiendo la alteridad, la finitud, la incertidumbre, la singularidad, en el corazón de la existencia. Esta producción de subjetividades alternativas, post-mediáticas, conllevan en su composición elementos de una ecología de lo virtual, así como elementos páticos, preverbales, prediscursivo de las relaciones sociales [9], que en simultaneidad a las discursividades normativas, las opresiones formadoras de identidad, crean posibles territorios de resistencia que llamamos “una heterogénesis de la subjetividad.” [10]

 

Esta programación algorítmica de los mass-medias, ejerce sobre las sociedades y la opinión pública por el través de formaciones de poder, múltiples modelizaciones productoras de subjetividad, pero también es preciso enfocar: “(...) ese poder molecular de la opinión que espera que se la calme, que se la infantilice, que se le oculte todo, que se aparte de su campo lo que es singular, todo lo que es finitud, todo lo que se refiere a peligros, a dolores, a la muerte, al deseo. Son esos comportamientos elusivos los que hay que llegar a desbaratar, ese aplastamiento de los medios de producción de subjetividad, esa suerte de unidimensionalidad de la producción de subjetividad que he llamado, en mi terminología una homogénesis de la subjetividad.”  [10]. Es decir, desde la responsabilidad ética, estética y política que nos atañe, no sólo se trata de la manipulación por estas sociedades de programación algorítmicas hacia una población como víctima, aunque lo sea, sino, también, una sociedad que lo agencia. Así, para desbaratar la trampa de los poderes, hay que recomponer agenciamientos colectivos de enunciación, una recomposición incluída la más molecular “enfrentarse a la propia finitud, a la edad, al propio sexo, a mil cosas como la poesía la música la creación. Si no hay una recomposición de este tipo, entramos en un círculo infernal.”  [10]. Círculo de las subjetividades mass-mediáticas solidificadas en un capitalismo “Sistema-mundo” que, como propone Immanuel Wallerstein, pensándolo desde una construcción histórico económica, ha entrado en cuanto a sus ciclos en una “crisis” iniciada en torno del apogeo de la contracultura de 1968 con sus múltiples acontecimientos a nivel mundial, y que no será indiferente en cuanto a su salida, sea hacia lo mejor o peor, aquello que desde lo individual y grupal se vaya produciendo [11], confrotándonos a la caosmosis. No en el plano del individualismo neoliberal que justamente la excluye y que propugna un caos homogéneo y sin complejidad, sino, en lo grupal, en las terapias institucionales, en praxis micropolíticas, en las máquinas de formación de opinión, en los Universos incorporales, etc. Caosmosis que llama a la reconstrucción de una “narratividad operacional” es decir, que funciona más allá de la información y de la comunicación, “como cristalización existencial de una heterogénesis ontológica.” [12]

 

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Norberto Gómez

filosofía; esquizoanálisis; activismo en DD.HH

 


Notas:

[1] Guattari, F.  El medioambiente y los hombres. Emergencia y retorno de los valores o la apuesta ética de la ecología, (¿1989-1990?).

[2] Huxley, A. Película, Un mundo feliz, del libro homónimo de A. Huxley, (1980).

[4] Mari, R., Las múltiples caras del algoritmo (2019), Madrid, Universidad Complutense.

[5] Se hace alusión a una frase de Javier Milei, pronunciada en el discurso de asunción presidencial, el 10 de diciembre de 2023 y, además de diversas entrevistas con el poder hegemónico mass-mediático, en la Celebración Judía de Janucá de Jabad, que organizó Jabad Lubavitch Argentina, cuyo máximo referente es Tzvi Grunblatt, no solo de suma importancia espiritual en la Comunidad Judía internacional, sino, también, de altas relaciones con corporaciones económicas financieras a nivel global, más allá de las “tonalidades” religiosas. En relación a la luz como "fuerza que llega del cielo", ver Sefer Ha-Makkabim (Libro de los Macabeos); 1 Macabeos, 3: 17, 18, 19 (alrededor del año 100 a. C.). 

[7] Virilio, P., Velocidad y política (1977), Buenos Aires, la marca editora, 2006. 

[8] Guattari, F. Combatir el caos, (marzo, 1992). Entrevista con Marco Senaldi.  “Seamos claros, no se trata de aplicar Duchamp a la economía, no se trata de programas o de manifiestos, puesto que justamente el problema es desprogramar, atravesar la caosmosis para introducir un nivel de complejidad.” 

[9] Stern, D. El mundo interpersonal del infante (1991) Buenos Aires-Barcelona-México, Paidós. 

[10] Guattari, F. ¿Has visto la guerra? (enero, 1991). Entrevista con Canal déchaîne

[11] Wallerstein, I. Análisis de sistemas-mundo. Una introducción (2004) Madrid, Siglo XXI Editores, 2006 

[12] Guattari, F. Caosmosis, “La caosmosis esquizo”. (1992), Buenos Aires, Manantial, 1996; Guattari, F.  ¿Qué es la ecosofía? Textos presentados y agenciados por Stéphane Nadaud (2015), Buenos Aires, Editorial Cactus; Entrevista con George Veltsos para la televisión griega (1992). Hay transcripción en francés y español.






 

 

 

 

 

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